Penúltima etapa de la aventura 2019.
Anoche en Ponferrada merodeamos el centro y nos dimos un homenaje de Sushi que recordaremos.
De nuevo 95 km y en esta ocasión con el alto mítico del camino francés: El Cebreiro
Ya en el año 2017 pasamos por aquí saliendo desde Molinaseca pero en aquel viaje parábamos Justo al descender el Cebreiro concretamente en Triacastela. Aquel día lo recordaremos siempre pues no dejo de llover y hacer frío en toda la etapa.
Esta mañana en Ponferrada en las conversaciones del desayuno era inevitable no recordar aquella jornada y sobre todo viendo que a pesar de que el agua hoy no iba a hacer acto de presencia, hacia un frío… de cosecha de los que te la deja derecha (suerte del Bull que lo tengo aquí al lado y me da ideas para redactar). Lo cierto es que no hemos tenido a excepción de la primera etapa, las temperaturas acordes a mitad de Junio pero bueno.
Como siempre a las 9:00 partíamos dejando Ponferrada atrás. Numerosos Peregrinos, conforme nos vamos acercando hay más gente en el camino.
Llegamos a Cacabelos y los viñedos del Bierzo posan para las fotos.
El paisaje ya está cambiando a marchas forzadas, nos acercamos a Galicia y la cantidad de Peregrinos aumenta.
La siguiente población es Villafranca del Bierzo, antes de llegar Jose pide parada Tècnica pues nota que algo no va bien en sus pedales. Rápidamente nos damos cuenta que el pedal está flojo, no sabemos si es biela o pedal el problema por lo que nos dirigimos a una tienda en Villafranca.
Nada que hacer, no tiene arreglo inmediato y solución difícil que no sea la sustitución de toda la biela. Decidimos continuar hasta que diga basta. Al final nos ha dado tregua y el pedal va flojo y quien lo sufre es el Bull que comienza a tener molestias en el tendón de Aquiles pero para eso es el Toro de Badalona.
Este llega a Santiago con una pierna si es preciso.
Villafranca del Bierzo es el inicio a 25 km de aproximación a la subida del Cebreiro.
Se trata de seguir el track por debajo de la Autopista A6 hasta llegar a aldea de Hospital. Ahí nos separamos pues cada uno ha de cojer su ritmo y pasar la prueba a su gusto.
Hay varias alternativas, vía para caminantes y vía para bicicletas. En mi caso, a pesar que cuando planeaba esta etapa en casa tenía casi decidido en esta ocasión ir por la parte ciclable, no se que tiene este cartel que me atrae de tal manera que lo he vuelto a hacer. He tirado por camino y no me arrepiento. Ya son 3 veces y en esta ocasión sin lluvia como en el 2017, he disfrutado muchísimo.
La subida son aproximadamente 7 km hasta el alto del Cebreiro y no deja indiferente a nadie. Tiene la dificultad técnica en algún punto pero que no defrauda nunca la elección de venir por aquí.
Llega un momento mágico cuando llegas al cartel que indica que estamos en Galicia.
A partir de ahí, solo quedan un par de km para el alto del Cebreiro.
A excepción del primer año que pude hacer parada en el alto, tanto en el 2017 como hoy hacía bastante frío, llegas sudando y lo que no puedes es perder el tiempo ya que nos faltan 40 km hasta meta.
Comienzo a bajar y busco por donde va Jose en la aplicación del teléfono y veo que está detrás. Su elección ha sido subir por el asfalto y al llegar arriba se ha confundido y ha regalado a la etapa 4 km de bajada con la subida correspondiente de vuelta.
La idea era reencontrarnos ya en Sarria en el hotel pero hemos decidido juntarnos en el alto del Poio. Mítica ascensión que no tiene la fama del Cebreiro pero que hace temblar las piernas.
Hace mucho viento en contra y decidimos bajar por asfalto hasta Triacastela para luego enlazar con Sarria dejando en medio Samos.
Es la primera vez que tomamos la variante por Samos en vez de San Xil y creo que por San Xil es más exigente.
Unos km antes de Samos hemos hecho pausa Coke, en ese momento Roman nos indicaba que ya estaba en destino. A nosotros nos quedaban 17 km al hotel.
Pues eso ha sido todo por hoy, llegamos al Alfonso IX y sin pausa procedemos a avituallarnos en su restaurante.
Mañana Santiago, ultima etapa y a las 18.55 volamos a Barcelona.
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